ORIENTACIÓN CRISTIANA DE LAS VACACIONES
En
el citado pasaje Cristo nos da derecho a las vacaciones e indica las
líneas maestras por las que se han de regir. Nuestro espíritu,
advirtamos o no, es el que más derecho tiene a las vacaciones dedicadas
al trato personal e íntimo con el amigo Jesucristo. Porque las
relaciones con este amigo o se cultivan o se pierden. Y durante el año
no tenemos tiempo de expansionarnos con Él sin prisas y urgencias y necesidades. Unos días entregados a reencontrar de nuevo a Dios en más silencio y reflexión,
nos prepararían para comunicar a Cristo a los hermanos más vivo y
auténtico, más influyente y operante, y con Cristo nos daríamos nosotros
con más generosidad y sacrificio, más cristianamente.
Sabemos
muchas cosas, y posiblemente espirituales, pero no las hemos digerido.
Las vacaciones podían ser un tiempo dedicado a rumiar el alimento
ingerido deprisa y corriendo durante el año a la sombra de aquel árbol,
frente al mar tranquilo o embravecido. Son
vacaciones.
Con
frecuencia se lleva el coche al garaje para darle un repaso y repostar,
si no se quiere andar expuesto a un grave accidente. Pues esto mismo
hay que hacer con nuestro espíritu, internarle en el garaje de la
oración y de la reflexión, para darle un repaso a la luz del Espíritu
Santo, ajustar lo que va flojo, limpiar lo que está sucio, y enderezar
lo que se ha torcido.
Y el mismo Cristo nos da el alerta contra el enemigo que no duerme y puede sembrar la cizaña
mientras pasamos tumbados los meses de verano; o se atreve a hacer un
boquete en nuestra propia casa para robarnos la gracia de Dios (Mat
13,24; 24,42).
Que vuestras vacaciones sean felices, por haberles dado un sentido cristiano.
(Fuente: padrediego.org)
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