Felices vacaciones con JESÚS.
1. Un cristiano, en el verano, no esconde ni guarda su fe como quien
deja en el armario el abrigo de invierno. Somos cristianos siempre y,
por lo tanto, nuestra comunión con Cristo ha de ser consciente y
constante.
2. La vida cristiana no se sostiene solamente en el “ser buenos”.
Bondadoso, al cien por cien, sólo Dios. Por ello mismo este tiempo es
propicio para no olvidar a Dios y ser rostros vivos de su presencia. Las
prisas son enemigas de la caridad sin ruido.
3. Sin oración, un cristiano, es un molino paralizado. Muchos de
nuestros fracasos y deserciones se deben a que hemos roto la “línea”
telefónica con el Señor. La oración nos hace fuertes, nos clarifica, nos
hace reflexionar y llevar a cabo la voluntad del Padre.
4. La Eucaristía (además de obligación moral) es una necesidad física y
espiritual. Si ya con ella nos resulta llevar una vida relativamente
cristiana, sin ella nos convertimos en marionetas del mundo. Quedamos a
merced del único alimento material que el mundo ofrece o que el
escaparate efímero nos presenta.
5. En el verano vamos buscando el sol. El culto al cuerpo no puede estar
por encima de la adoración a Dios. Él sí que es el único Sol de
justicia. Es quien broncea de verdad aquellas entrañas que, sin verlas,
sabemos que son importantes para ser solidarios con los demás y amantes
de Dios: el corazón y el alma.
6. “Dime lo qué lees y te diré cómo piensas”. ¿Acaso un cristiano no ha
de nutrirse con palabras de esperanza? Un buen libro, con criterios
cristianos, será garantía de un pensamiento recto, de una conciencia
lúcida.
7. La Creación la ha puesto Dios para nuestro deleite. Nuestra tierra
está sometida a una constante alteración y degradación fruto de las
ansias de disfrute del hombre. Respetemos el entorno donde descansamos y
gocemos de tantas cosas buenas que el Señor pone a nuestro alcance.
Cuesta siglos repoblar la tierra, horas el incendiarla.
8. La belleza, el arte, la música clásica…nos puede llevar al encuentro y
al disfrute personal de Dios. Un santuario es una puerta abierta a la
fe. María Virgen es una mano que nos empuja hacia el Señor. La
grandiosidad de un templo es un aperitivo de la gloria que nos aguarda
en el cielo. ¡Disfruta de la huella que el hombre ha dejado a través del
arte y como fruto de su fe!.
9. El silencio y la contemplación junto al mar. La escalada de montañas
como signo de nuestro esfuerzo por llegar al cielo. Nuestro descanso
como antesala de lo que un día desea Dios para cada uno de
nosotros…pueden ser reflexiones que nos ayuden a vivir este tiempo
estival con sentido cristiano.
10. En el valle o en el mar, en la montaña o en una aldea, adentrados en
el bosque o perdidos en un desierto. Frente a una catedral o por las
calles de una gran ciudad: no olvidemos que somos cristianos. No
olvidemos que, Dios, va con nosotros.
Fuente: Ecclesia digital
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