La Virgen María se apareció rodeada de ángeles y asentada sobre un
pilar de mármol, al apóstol Santiago el Mayor que se hallaba predicando
la fe cristiana a orillas del río Ebro en Zaragoza. Los
cristianos levantaron allí una ermita en honor de la Madre de Dios, que
con el correr de los siglos se ha convertido en una grandiosa basílica
que acoge a innumerables fieles de todo el mundo. La advocación de la
Virgen del Pilar ha sido y es objeto de un especial culto por parte de
los aragoneses y de todos los españoles.
ORACIÓN: Dios
todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has
concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular
advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la
fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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