Queridos diocesanos:
En ocho días comienza la Semana Santa.
Entre todas las semanas del año, la Semana Santa es la más importante
para la Iglesia y para los cristianos. La llamamos ‘santa’ porque está
santificada por los acontecimientos que conmemoramos en la liturgia y
mostramos en las procesiones. La Iglesia, al celebrar la pasión, muerte y
resurrección de Cristo, se santifica, renueva a sí misma y se convierte
en fuente de Vida y de Esperanza.
Los cristianos debemos prepararnos
debidamente para entrar en esta Semana con espíritu de fe y con
recogimiento interior. Estos días son los de mayor intensidad litúrgica
de todo el año, una intensidad que ha calado hondamente en la
religiosidad cristiana de nuestro pueblo. Las Cofradías de Semana Santa,
presentes a lo largo y ancho de nuestra Diócesis, son el mejor ejemplo
del profundo arraigo de la fe cristiana entre nosotros.
No dejemos que todo quede en la
tradición y en la estética; o que la Semana Santa, despojada de su
núcleo santo, quede reducida a expresión cultural o evento turístico.
Pues, puede ocurrir que, llevados por el ambiente festivo y vacacional
de estos días o arrastrados por el contexto secularizado que nos
circunda, perdamos de vista el sentido cristiano profundo de la Semana
Santa o que nos quedemos en lo superficial y exterior. Para muchos, la
Semana Santa ya se ha vaciado de su contenido propio al reducirla a unos
días de turismo y de vacación. También para no pocos bautizados está
perdiendo su sentido más profundo. Esto ocurre cuando nuestras
procesiones se separan de la fe de la Iglesia y de las celebraciones
litúrgicas, o cuando las procesiones no son ya expresión de una fe viva y
vivida en Cristo Jesús, que padece, muere y resucita; o también cuando
la Semana Santa no tiene incidencia alguna en la vida cristiana,
personal y comunitaria, familiar y social. De ahí surge la llamada a
vivir con fe y con recogimiento interior la Semana Santa. Si es así las
celebraciones litúrgicas y las procesiones avivarán nuestra fe en el
Señor y nuestra vida cristiana.
Durante estos días, los cristianos
acompañamos a Jesús, nuestro Maestro, en los últimos días de su vida en
este mundo. Las narraciones de la Pasión de Jesús cobran nueva vida en
su lectura personal, en su proclamación en la liturgia y en sus
representaciones en nuestros pueblos; es como si los hechos se
repitieran efectivamente ante nuestros ojos. Todos los acontecimientos
que conducen al arresto, al proceso y a la ejecución de Jesús son
recordados, celebrados y representados. Paso a paso, escena por escena,
seguimos el camino que Jesús recorrió durante los últimos días de su
vida mortal hasta su muerte y, a través de ella, a su resurrección.
Los acontecimientos que celebramos no
pertenecen sin más a la historia pasada. La representación de las
procesiones se hace realidad actual en la celebración litúrgica; en ella
tienen su origen y a ella han de conducir para que no deriven en una
historia muerta, anodina, pura manifestación externa. La procesión sin
la celebración litúrgica queda incompleta; la proclamación y
representación de la fe reclama la celebración participada con fe viva y
vivida.
También nosotros somos destinatarios de
la historia de la Salvación que acontece en la pasión, muerte y
resurrección de Jesús, representada y celebrada en cada Semana Santa.
Jesús Nazareno padece y muere por nuestros pecados y los pecados de
nuestro mundo; Jesús sigue cargando con nuestro mal y con el sufrimiento
que causan nuestros pecados a tantas personas; Jesús nos ofrece el
perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia; y Jesús resucita para
devolvernos la Vida de Dios, que es fuente y motor de vida y de
fraternidad, de sanación y de reconciliación, de justicia y de paz entre
los hombres.
Participemos en esta Semana Santa con fe
viva y con fervor profundo. Pasemos del silencio exterior al
recogimiento interior. Que la contemplación y la participación en los
misterios de la Semana Santa aviven nuestra fe y vida cristiana.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
(Diócesis de Segorbe-Castellón)
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