Debemos
ser magnánimos, con el corazón grande, sin miedo. Apostar siempre por los
grandes ideales. Pero también magnanimidad con las cosas pequeñas, con las
cosas cotidianas. El corazón amplio, el corazón grande. Y esta magnanimidad es
importante encontrarla con Jesús, en la contemplación de Jesús. Jesús es quien
nos abre las ventanas al horizonte. Magnanimidad significa caminar con Jesús, con
el corazón atento a lo que Jesús nos dice. [...]
Queridos
muchachos, queridos jóvenes, ¡amad cada vez más a Jesucristo! Nuestra vida es
una respuesta a su llamada y vosotros seréis felices y construiréis bien
vuestra vida si sabéis responder a esta llamada. Percibid la presencia del
Señor en vuestra vida. Él está cerca de cada uno de vosotros como compañero,
como amigo, que os sabe ayudar y comprender, os alienta en los momentos
difíciles y nunca os abandona. En la oración, en el diálogo con Él, en la
lectura de la Biblia,
descubriréis que Él está realmente cerca de vosotros. Y aprended también a leer
los signos de Dios en vuestra vida. Él nos habla siempre, incluso a través de
los hechos de nuestro tiempo y de nuestra existencia de cada día. Está en
nosotros escucharle. [...]”
Papa Francisco
7 de junio de 2013
(Fuente: Infancia Misionera)
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