A las seis y cuarto de la mañana las campanas anuncian que comienza un nuevo día, que la vida se despierta y mientras las luces de la ciudad se van apagando porque el sol está a punto de nacer, nosotras comenzamos nuestra jornada levantando el corazón hacia el Señor de la Vida... Nos reunimos para invocar al Espíritu y saludar a María, y después, en silencio, nos retiramos al fondo de nuestro corazón para orar. Del silencio brotará el canto, y la oración de Laudes será nuestra alabanza al Dios Creador del cielo y de la tierra. La Eucaristía será el banquete con el que comenzamos la jornada. La Palabra, los cantos, la comunión en el Cuerpo y la Sangre de Cristo convierten nuestra vida en EUCARISTIA VIVA...
La mañana transcurrirá entre el trabajo y la oración: "ora et labora". Oración litúrgica: Oficio de Lecturas, Sexta... y en medio, cada una a sus tareas: sacristía, cocina, oficina, hospedería... a las doce las campanas comienzan su danza para recordar el misterio de la Anunciación a María, de la Encarnación del Hijo de Dios, y el rezo del Ángelus brota de nuestros labios y de nuestro corazón... un tiempo personal y un tiempo de lectura continúan alimentando el fondo del ser y del espíritu...
La mañana transcurrirá entre el trabajo y la oración: "ora et labora". Oración litúrgica: Oficio de Lecturas, Sexta... y en medio, cada una a sus tareas: sacristía, cocina, oficina, hospedería... a las doce las campanas comienzan su danza para recordar el misterio de la Anunciación a María, de la Encarnación del Hijo de Dios, y el rezo del Ángelus brota de nuestros labios y de nuestro corazón... un tiempo personal y un tiempo de lectura continúan alimentando el fondo del ser y del espíritu...
Después de Sexta y un breve saludo a María, la Madre, pasamos al comedor. Una hermana lee el periódico en voz alta, algún libro de espiritualidad, cartas que llegan a la comunidad... Después tenemos un tiempo de expansión, de compartir, pasear por el jardín y disfrutar de la naturaleza que nos habla de la belleza de Dios... quien desee libremente pasa por la televisión para ver las noticias, y así estar en comunión con todo lo que pasa en el mundo, en nuestra Humanidad. A las cuatro de la tarde, antes de incorporarnos nuevamente al trabajo, rezamos Nona, hora en la que recordamos la muerte del Señor Jesús, y en un minuto de silencio nos solidarizamos con tod@s l@s crucificad@s de la tierra... especialmente con los agonizantes.
Comienza el trabajo de la tarde. "Nuestro trabajo unido al de Cristo, tiene valor redentor. En ello encontramos una alegría profunda", dicen nuestras Constituciones. Somos así, "uno de tantos" corremos la suerte de l@s trabajador@s, al mismo tiempo que consideramos el trabajo como un factor de equilibrio en la vida contemplativa, a través del cual cada una de nosotras ponemos al servicio nuestros dones...
Al caer la tarde, nos reunimos en el coro nuevamente... ¡para cantar!… llega la hora de la oración de Vísperas: la alabanza, la intercesión, la acción de gracias, brotan de los labios y el corazón... y preparan todo nuestro ser para la adoración... ante Cristo, resucitado, de corazón abierto, oramos en silencio…
Llega la hora de la cena. Las lecturas de la Eucaristía del día siguiente resuenan por todos los rincones del comedor y del alma.
Y nuevamente, a compartir, reír, conversar... tiempo de descanso y relax... así vamos terminando nuestro día. El último momento de oración, serán las Completas,: "A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu..." , y toda nuestra vida, en las manos del Padre, se entrega al sueño que reparará nuestras fuerzas para continuar haciendo de nuestra vida un canto a la Vida, y un compromiso de entrega a Dios y a toda la Humanidad.
Cada día nos trae nuevas sorpresas: una visita de un amigo/a, alguien que nos comparte su experiencia en una misión, el santo o cumpleaños de una hermana, una fiesta de la Liturgia, rompen lo que a simple vista pudiera parecer una vida siempre igual. Estos días de fiesta, al igual que los domingos, son siempre diferentes, conversamos en la mesa, tenemos más tiempo libre…
Las puertas de nuestra casa, que se abren para acoger a tod@s aquell@s que buscan a Dios, (niños, jóvenes, adultos...) laicos o religiosos... renuevan nuestra conciencia misionera, al tiempo que abrimos el corazón para acoger a quienes nos evangelizan... Los talleres de oración nos hacen testigos de la sed de Dios que hay en nuestro mundo, y también de su obra maravillosa.
Después de haber conocido un día en el Monasterio…Te invitamos a compartirlo con nosotras.
(Fuente: El texto pertenece a "Catholic.net")