Comienza un nuevo curso. Agradezco la
invitación de Elena para que siga participando
en el blog. Os iré escribiendo algunas reflexiones, algunas
oraciones, incluso recetas y trabajos manuales que os ayuden a compartir un
rato con vuestros hijos. Algunos cuentos adaptados a su entorno para que de una
manera sencilla puedan comprender y ante todo poner en práctica algunos valores que les ayuden a ser mejores personas.
Quiero dirigirme a vosotros que tenéis hijos para que sepáis que comprendo vuestro esfuerzo y
dedicación. Yo tengo cuatro hijos mayores y entiendo la valentía que supone educar a los niños. Quiero aportar mi granito de arena y
animaros a seguir luchando por su bienestar tanto emocional como personal. Mi
experiencia me dice que ninguna renuncia es inútil. Cada etapa
de la vida de nuestros hijos supone unas dificultades, pero también muchas satisfacciones y os aseguro que a pesar de los problemas
siempre os devolverán ciento por uno lo que hayáis hecho por ellos.
Tengo muy presente lo que decía Torcuato Luca de Tena en uno de sus libros "Dios escribe derecho
sobre renglones torcidos" y así es. Si os asaltan las dudas de sí lo estáis haciendo bien, no temáis esa incertidumbre es señal de que vais por buen camino. Mi madre me decía que sin ninguna preparación cultural había educado a dos
buenas hijas y yo le contestaba que era debido a su falta total de egoísmo, su paciencia, su dedicación y su cariño. Hemos aprendido de ella mucho más que en los
libros.
En la sociedad que vivimos no es nada fácil educar a los hijos en valores. Parece que todo vale, que estamos
anticuados los que les inculcamos el esfuerzo, la constancia y los valores cristianos.
No os desaniméis, siempre sale
la luz por mucho que queramos taparla. Ahora que el reto de un nuevo curso se
presenta ante ellos no olvidéis de hablar de sus inquietudes, de
escucharles, de poneros en su lugar.
Ayudadles todo lo que podáis pero no le facilitéis la vida hasta el punto que olviden el
esfuerzo. Tienen que aceptar el fracaso, pues en la vida se lo van a encontrar
a menudo.
Si alguna vez
les falláis o perdéis los nervios no os importe pedirles
perdón, ellos comprenderán que sus padres son humanos y pueden equivocarse y así os verán más cercanos.
Ayudad a los profesores, todos tenemos el mismo objetivo.
Tened paciencia,
no penséis que vais a conseguir en un curso lo que a veces supone toda una
vida.
Fomentad la
ayuda entre los hermanos, evitando las comparaciones. A los hijos hay que
quererles a cada uno como es. Potenciando sus virtudes y apoyando sus
carencias. Esto no es una lección magistral ni mucho menos, es
solamente el deseo de poner mi experiencia a vuestro servicio desde una visión práctica, en tan ardua labor como
estáis realizando y tened la seguridad de que vale la pena.
Miremos a la
Sagrada Familia para que sea nuestro modelo y pidamos que nos ayude a
parecernos a ella aunque solamente sea
un poco.
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