¿Qué somos, cómo hemos de vivir y qué misión hemos de realizar? ¿Cuáles
caminos y medios podríamos aprovechar para crecer personal y comunitariamente
según la voluntad de Dios ?
Para encontrar respuesta a estos interrogantes, en un primer momento,
profundizamos sobre la propuesta espiritual de Jesús y la forma como la
comprendieron y la vivieron los Apóstoles y la Iglesia, desde las primeras
comunidades cristianas. Después, interiorizamos vivencialmente en la Escuela de
Amor de Jesús y el proceso que vivieron los Apóstoles en su crecimiento
espiritual. Finalmente, hacemos un discernimiento sobre los caminos y medios
para vivir nuestra espiritualidad misionera.
Así analizamos la acción de Dios Espíritu Santo en el proceso de nuestra
vida , porque en ella está la fuente de nuestra renovación personal y la
fuerza para nuestra misión.
Las fuentes para nuestra reflexión son la Palabra de Dios, la Tradición de
la Iglesia, la experiencia espiritual de los santos, los documentos misioneros
recientes, haciendo
referencia concreta a las circunstancias concretas de la Iglesia y a las
nuestras.
1. ENVIADOS A DAR MUCHO FRUTO
Cuando Jesús explica que
El es la vid y nosotros los sarmientos (Jn 15) nos
quiere hacer comprender varias realidades importantes: Cómo ha de ser la unión
del cristiano con El, cómo ha de vivir su comunión con sus hermanos en la
Iglesia y cómo ha de colaborar con El para producir fruto.
¿Cuáles son los pasos que Jesús nos ayuda a dar para ser auténticos
misioneros ?
Jesús , por el Espíritu Santo, en su Escuela de Amor, nos enseña y ayuda
progresivamente a:
-
Vivir con El: Lo cual implica unirse a El cada día más, vivir una amistad más profunda todos los días con El. Es el fundamento de toda la vida espiritual y la fuente para todo nuestro crecimiento. Para ello El nos nos dice "ven" y nos declara sus amigos ( Jn 15,14 ).
-
Vivir como El: El " sígueme " indica el camino de configuración con el Maestro, implica aprender de Jesús todo y asumir su estilo de vida, hacer un contínuo proceso de configuración con El. Nos anonadamos y asumimos su propio estilo de entrega, de servicio y de comunión con el Padre. Asumimos sus sentimientos, sus actitudes y nos asemejamos en todo a Jesús de tal forma que nos convertimos cada día en sus imágenes vivas. Jesús quiere que nosotros seamos signos permanentes de su presencia y de su amor. Esa es la condición para que podamos ser testigos suyos. El, como el más comprensivo de los amigos, sabe ayudarnos para que asumamos su vida nueva y la vivamos en nosotros.
-
Unirnos en El: Porque el seguimiento de Jesús se hace en Iglesia. La fe se vive compartiéndola y proyectándola. Por ello, es en Jesús en quien nos conocemos a nosotros mismos y conocemos mejor a nuestros hermanos. Es en El en quien podemos amarnos, integrarnos y proyectarnos misioneramente. Los Apóstoles y nosotros estamos llamados a unirnos en Jesús, con su amor, para ser uno y para que el mundo crea (Jn 17, 21 ).
-
"Ir" con El, en su nombre y con su poder. Se trata de " ir " ( Mt 28, 19 ) como enviados suyos. El nos acompaña y nosotros a El, somos sus colaboradores y ayudantes. Ser misionero implica dar los pasos que el Señor quiera, en la dirección que quiera, con las personas que El quiera, hasta donde El quiera, para lo que El quiera. Por otra parte, Jesús espera que nosotros vayamos en su nombre, a mostrarlo a El y a llevar lo suyo a nuestros hermanos. No se trata de mostrarnos a nosotros mismos ni de dar lo nuestro, sino de darnos y dar a Jesús. Por ello, es muy necesario entrar en comunión con Jesús antes de ir hacia nuestros hermanos. Así podemos ir con su poder y El hará que nuestra palabra y nuestro servicio tenga mucho fruto.
-
Dar la vida con El y como El: Hemos sido enviados a evangelizar, a hacer discípulos ( Mt 28, 19) para Jesús. El no busca ser servido sino servir y dar la vida en rescate por todos ( Mt 20, 28). Cada día , aprendemos a dar la vida sirviendo a los demás en cumplimiento de nuestra misión. El ideal y la meta es la de ayudar a Jesús para que su Reino crezca en nosotros y en el mundo. Por eso, hemos de estar dispuestos a todo, con la fuerza del Espíritu Santo . Dar la vida, con Jesús , como El y por El, será la garantía para que tenga fruto nuestra misión. El grano de trigo si se siembra y muere da mucho fruto (Cf. Jn 12, 24 ), nuevas semillas misioneras.
3. CAMINOS Y MEDIOS PARA VIVIR NUESTRA ESPIRITUALIDAD MISIONERA
Cada uno de nosotros, ¿cuáles pasos podríamos dar ahora en nuestra escuela
de amor con Jesús? ¿Qué estilo de vida, cuál espiritualidad asumir ? Como
realizar nuestra identidad personal en la comunidad eclesial concreta y en la
misión que realizamos ? Reflexionemos juntos para encontrar respuestas a estor
interrogantes vitales.
La "espiritualidad" es el conjunto de caminos y medios propios para vivir
según el Espíritu, o sea, para colaborar a la obra de santificación que el
Espíritu se propone realizar en nosotros y en el mundo.
La ESPIRITUALIDAD MISIONERA es:
- Centrar y orientar la vida a la misión, en plena docilidad al Espíritu Santo.
- Vivir la vida cristiana con su esencial dimensión misionera universal .
- Vivir según el estilo "misionero" de Cristo, Buen Pastor.
- Asumir la misión como fuente, camino y medio propio para la santificación personal y comunitaria. Nos santificamos en la misión y por la misión conseguimos las tres cosas que caracterizan la santidad cristiana ( cf L.G. 4 0 ) : unirnos más a Dios, perfeccionar nuestra caridad y tener una vida más "cristiana".
Aparece claro, entonces, que la
espiritualidad auténticamente cristiana es misionera. Ella es la base de nuestra comunión con Jesús y con las demás
personas; es la fuente y motor de nuestro servicio misionero. Pensamos,
sentimos, vivimos y servimos como misioneros, al estilo del Buen Pastor, bajo la
guía del Espíritu Santo, que es el protagonista de la misión.
Así, pues, asuminos y vivimos nuestra espiritualidad misionera para ser
santos, para producir frutos en nuestra vida personal y para tener la eficacia
evangélica en nuestra misión.
(...)
(Fuente : "www.vatican.va" PONTIFICIUM OPUS A SANCTA INFANTIA)
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