La finalidad de la educación es la formación integral del alumno. Por
eso una formación plena debe ayudar a desarrollar todas las dimensiones
del ser humano, también su dimensión religiosa. La necesidad de sentido
del ser humano es una evidencia a la que la escuela necesariamente debe
dar respuesta.
La educación de la dimensión religiosa es parte
fundamental para la maduración de la persona. La Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948 reconoce la dimensión religiosa y consagra
la libertad religiosa de personas y pueblos. No existe una formación
integral y, por tanto, una educación de calidad, si se niega esta
dimensión o se pretende encerrar en el ámbito de lo privado.
(Fuente: "Diócesis de Segorbe-Castellón")
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