Hace algunos años, un hombre muy trabajador decide trasladar a su familia desde New York hasta Australia,
en busca de una mejora en su pobre vida. Uno de sus hijos, mientras
esperaba una oportunidad para cumplir su sueño (quería ser actor de
cine), trabajaba en los puertos locales situados en las peores zonas de
la ciudad. Una noche, de regreso a casa, el joven fue asaltado por 5
delincuentes. Él se resistió a entregar el poco dinero que llevaba para
su familia, y fue agredido brutalmente.
El joven logró salvar su vida, aunque permaneció cerca de un año en el
hospital. Cuando salió, su cuerpo estaba recuperado, pero su rostro era
repulsivo de ver.
Una vez recuperado empezó a buscar trabajo, pero siempre era rechazado
por todos por su apariencia física. Por fin alguien le ofreció una
oportunidad: Un empresario le sugirió que participara en un espectáculo
de circo, en el que su nombre sería: "El Hombre Sin Rostro". A pesar de encontrar trabajo seguía sintiendo el rechazo de las
personas, ya que fuera del circo nadie quería ser visto con él.
Un día, caminando, entró a buscar consuelo en una Iglesia, pensando que
allí podía alcanzar algún alivio a su situación de angustia. Al entrar
vió a un sacerdote orando de rodillas, adoptó su misma postura y también
se puso a rezar.
Al rato, el sacerdote vió a ese hombre "sin rostro"; se acercó, lo
levantó y lo llevó a otro lugar para conversar. Su rostro le impresionó
tanto que pensó que tenía que hacer lo posible por ayudarlo a recuperar
su dignidad y su vida. El joven comenzó a asistir a la iglesia con
frecuencia, siempre pidiéndole a Dios que le diera al menos paz
espiritual y la gracia de ser un mejor hombre cada día.
Después de un tiempo, el sacerdote, por medio de amistades personales,
logró conseguir los servicios médicos del mejor cirujano estético de
Australia y sin costo alguno.
La cirugía fue como un milagro, se dispusieron para él los mejores
servicios médicos, y su rostro pudo ser reconstruido con las fotos que
el joven aportó.
Con el tiempo, "el hombre sin rostro" recuperó una vida normal, fue
escogido en un casting para hacer su primera película, se casó con una
bella mujer, tuvo varios hijos y pronto llegaron sus grandes éxitos
profesionales.
¿Quiere saber quien es este joven?
Su nombre lo conoces de sobra, él es... Mel Gibson. Actualmente Mel es admirado por muchos y conocido como un hombre entregado a Dios, caritativo y un gran ejemplo de coraje sorprendente. Su historia personal la recogió en su primera película como director de cine, "El hombre sin rostro" (EEUU, 1993). En "la Pasión de Cristo" (EEUU, 2004) tenemos también indicios de su profunda fe y de su identificación con el sufrimiento de Cristo.
Somos muchos los que no conocíamos esta conmovedora historia, ya que a
menudo los medios de comunicación dan más importancia a lo negativo que a
este tipo de experiencias gratificantes. El testimonio de Mel Gibson nos invita a confiar en Dios… para Él nada es imposible.
(Fuente: "Reflexiones cristianas - creoendios")
Gracias por traer al blog una historia tan impresionante de superación y de fe: cómo la fe ayuda al hombre a ser más humano y mejor persona. fr.Nacho
ResponderEliminarGracias por tu comentario. El tema tan interesante y animoso de historias de vida cristiana (de este apartado nuevo que empieza) me lo sugirió el sacerdote Tomás que colabora espléndidamente en el blog. La historia de Mel Gibson es sin duda un ejemplo de que Dios no nos abandona y da caminos diferentes a cada uno para llegar hasta Él. Lo que Dios nos pide es mantener la esperanza siempre pues de una forma u otra todo saldrá bien. Creer es poder.
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